Despierto y no estás como ayer, revolcada en mis sábanas,
entristecidas por no dejar huellas sobre tu piel...
Hoy te siento más lejos, aún más cuanto más te extraño
esperando a la acaecida del sol para verte de nuevo...
Es la espera de mi alma,
prisión incontenida del ápice de cada parte de la realidad,
que impacientada por indagar en el abismo que hoy me escondes
y en sus ansias por escapar,
revuelca sus lágrimas entre sueños...
Una suave brisa me remueve ¿acaso te he hecho daño?
y si aún entenderlo, de nuevo, te extraño...
Espero sentada frente a aquel banco,
hoy solo lo imagino, y creo sentir que aún te abrazo...
Prisionera te siento en el aire que respiro,
oyendo la suave melodia que tu voz encarna,
abriendose paso entre las dudas que a mi ser empañan...
Mi musa acaecida, en mí, fuego en llamas,
tras tu pecho incandescente escondes nuestra obra más preciada...
Son las voces de mi generación espontánea